Cuando el
más famoso pregonero llegó al pueblo yo era un adolescente. Era tan famoso que
casi de inmediato olvidamos su nombre, y lo único que nos quedó en la mente
fueron sus ideas. En realidad solo una: viajar al norte. Fue esta la idea que
un día se encontró Maicol tal vez tirada en la calle.
Lo que más nos sorprendió
entonces fue que el hombre parecía estar hecho de sueños. Todo en él era
entusiasmo porque había escuchado de una tierra prometida donde se podía
conseguir todo lo que uno deseaba. Solamente pasó un día en el pueblo, pero esas
horas fueron suficientes para entusiasmar a casi todos. Yo fui uno de ellos y
les dije a mis padres que me iría a buscar esa tierra prometida. Mi papá dijo
que no y vimos cómo de cada hogar se iba al menos uno de cada familia. Luego mi
papá quiso saber cosas y les preguntó a todas las familias a las que se les
había ido alguien cuál era el deseo que iban a cumplir. Lo lamentable, dijo, es
que nadie le supo responder.
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