sábado, 17 de septiembre de 2011

Rompimos el silencio anoche para que nadie nos recuerde tristes, para que las luciérganas encontraran el camino de regreso y para no crearle un rostro a la soledad. Estuvimos en el campo y en el desierto; en el mar y sobre un témpano, pero en ningún momento sobre la cama. La música de fondo no era la realidad sino su contraparte. Alguien hurtó los gritos mas no las miradas y en cambio, nos regalaron susurros. A punto del desmayo me volví pero no encontré pasado y entonces, tranquilamente, cerré los ojos y comenzó el amanecer.