domingo, 30 de junio de 2013

Sigo sin Twitter, así que es de suponer que este espacio se llenará de más obscenidades; éste y el Tumblr que comparto con mi novio. Y bueno, en esta ocasión (y nada más porque ando aburrido, es domingo y no quiero trabajar), les platicaré de un disco que no puedo quitar del reproductor y también de algún otro que venga al caso y piense que sea pertinente. O no. Pero pensándolo bien eso de platicar es inexacto, más bien comentaré los títulos de los discos y subiré los temas que me gustaron o llamaron mi atención y ya. Ah, son discos de Hip Hop y Rap.

El primero es Bruja, de la Mala Rodriguez y es el que no para de sonar en mis oídos. Es el quinto de esta mujer española y según las criticas contiene la misma fuerza y fiereza de sus antecesores. Y sí, el disco es una protesta total pero también contiene temas personales que, sorpresivamente, ayudan a crear un sentimiento de soledad, desesperación y de estar hasta la madre de todas las cosas ojetes que existen en nuestra actualidad. Pero como no quiero hartar con una supuesta erudición musical aquí le paro y le dejó el link de Jenesaispop para que cheque la reseña del disco: http://jenesaispop.com/2013/06/16/mala-rodriguez-bruja/.  

El otro es el de Kanye West: Yeezus. Aquí es preciso aclarar que nunca he sido fan de este hombre y que incluso cuando me enseñaron su trabajo anterior, My beautiful dark twisted fantasy (y que dicen es su obra maestra), no me sentí atraído por su sonido, un poco en parte por utilizar una serie de sampleos de canciones tan variadas que me hizo infravalorar el esfuerzo del músico. Con Yeezus ha sido diferente. Pudiera decir que debido a la canción Blood on the leaves pero no, en realidad todo el disco me parece bueno, lleno de furia y toques experimentales en cuanto a la mezcla de sonidos. El tema que mencioné aquí arribita contiene un sampleo de Strange Fruit cantada por Nina Simone, canción que inmortalizó Billie Holiday y trata sobre los negros que eran colgados de los arboles, lo cual los hacía lucir como un fruto extraño precisamente. Y si en la voz de Billie sonaba escalofriante (sobre todo cuando la interpretaba en vivo, dicen), en la canción de Kanye no se pierde esa sensación.  

Y pues sí, el Rap y sus derivados siempre ha sido un arma para la denuncia y la protesta, aunque en algún momento haya creado exponentes risibles (Vanilla Ice, Control Machete, etc.) y ahora se diversifique (léase Die Antwoord, Tyler the Creator pero sobre todo Mikky Blanco) y muestre que no solo es para ello.

P. D. Después de un año M. I. A. lanza otro sencillo de su disco Matangi (que a ver si es cierto que sale en este 2013), no tan bueno (sobre todo el video) como Bad Girls pero con pelo rosa y coros de metralla. 


Mala Rodriguez: 33 y Quien manda.



(solo la encontré con un tal Shotta que no me gusta tanto)



Kanye West: Blood on the leaves.




M. I. A.: Bring the noize.

              

        

domingo, 23 de junio de 2013

El gobierno (Uno)

Según mi padre, el gobierno en el pueblo empezó el día que un hombre prometió traer el mar hasta acá. También con unas elecciones armadas de un día para otro; comicios en que la mayoría de la gente (al menos eso se dijo de manera oficial) votó por el señor Gobernador y no por uno de sus ahijados. Lo extraño fue que después de dicha elección, cuando se preguntaban entre todos quiénes habían votado por él, muy pocas personas respondían “yo”, aunque en el fondo, todos ansiaban tener a la vista otro horizonte, una brisa distinta y un poco más de color azul en este pueblo amarillento.

                Claro que el mar nunca llegó, decía mi padre cada vez que se acordaba de la mentira más grande que podía recordar.   

lunes, 17 de junio de 2013

Gracias a diversos teóricos literarios hubo un tiempo en el cual se consideró la figura del autor como la principal fuente de inspiración en la creación dentro de la literatura dejando a la obra misma no solo como un resultado axiomático, sino, incluso, como un ente aparte que, un poco menospreciado, delegaba la atención a la vida del ser humano que la había creado. Esta relación entre la obra (en este caso literaria) y su creador, siempre ha sido motivo de estudio y, sobre todo, especulación ya que resulta imposible separarlos y además, permite entender un poco más el universo que el escritor pretende establecer a su alrededor.  
Con el paso del tiempo todo se fusionó; actualmente la obra es considerada la base de la pirámide que incluye al autor y, ahora también, al lector. Pero además de esta aparente armonía se desarrolló algo que es consecuencia de la fama y que es inherente a la experiencia estética que nos produce el contacto con una obra artística que nos trasciende: el culto al autor.         
Me atrevo a pensar que este culto se crea porque además de las sensaciones que las obras literarias generan en el lector (y que establecen la necesidad de conocer más sobre la persona que tal vez adivinó nuestro pensamiento o nos trasladó a un mundo al que jamás, por ninguna circunstancia, nos hubiéramos imaginado ir), han existido escritores con vidas realmente sorprendentes. Suicidas, dementes, homosexuales, alcohólicos y un largo etcétera han establecido puentes a través de sus creaciones con miles de seres que a su vez, ya sea por sentirse identificados o por simple morbo, investigan e idealizan la figura del autor. Esto no quiere decir que todos los creadores tienes que ser necesariamente personajes conflictivos o siquiera interesantes, sin embargo, gracias a numerosos antecedentes, persiste la idea de que la gran mayoría de los artistas son excepcionales en cuanto a su modo de vivir. No obstanteexisten muchos que son personas normales, con problemas un poco más comunes, si se puede decir. Lo mismo sucede con la postura aquella de que para escribir, entre muchísimas cosas más, es necesario haber vivido, y a este respecto, también se puede conceder la posibilidad de que no siempre es así. En fin.  
Por otro lado, no siempre fue necesaria una horda de fans (o fanáticos) para levantar toda una leyenda referente a una figura, digamos, pública. Es decir, así como han habido escritores a los cuales les tuvo sin cuidado lo que la gente pudiera percibir de ellos o la forma en la que sus lectores imaginaban sus vidas, hubo otros que por sí mismos se encargaron de mostrarle al mundo todo lo posible en cuanto a su persona, creándose más un personaje de sí mismos que otra cosa. Es el caso de Ernest Hemingway, quien en algún punto de su carrera no necesitó de nadie más que él para crear un culto alrededor de su personalidad. Él mismo logró que su figura adquiriera un protagonismo desmedido y ayudó a enaltecer la figura del escritor como un ser con una necesidad de atención bastante grande y, muy importante, en los tiempos en los que no había Twitter o Facebook. Y es que desde un punto de vista personal estas redes sociales (y supongo que algunas otras también) permiten que no solo escritores y personajes de la vida pública sino todo sus participantes, usen y abusen de ellas creando verdaderos altares en sus perfiles, muros y cuentas llevando casi al extremo el culto a la personalidad. Esto, aunque lo parezca, no es un ataque a la redes sociales en cuestión ni a sus usuarios, pues cada quien es libre de hacer con su vida lo que quiera y dentro de ello está el participar en ellas o no. La cuestión aquí (quiero creer, porque en realidad no estoy muy seguro de lo que estoy escribiendo) comienza con lo siguiente:     
 Un día, el escritor peruano Iván Thays posteó una entrada en su blog (aquí el link: http://ivanthays.com.pe/post/47195891777) donde plantea cuáles serían las interacciones de algunos escritores del Boom Latinoamericano en las redes sociales actuales y claro, eso hace volar la imaginación y no limitarse a los de este continente y/o periodo. También echar un vistazo a los perfiles y las cuentas de los escritores contemporáneos  y días después recordé una experiencia que me sucedió con la red del pajarito azul.  
En un viaje de estudios a la FIL de Guadalajara me recomendaron Temporada de caza para el león negro y me gustó bastante. Una novela de un joven escritor zacatecano joven y finalista de uno de los premios más prestigiados: el Herralde. Por medio de la solapa del libro me enteré de que tenía un blog desde mucho tiempo atrás: http://atari2600.blogspot.mx/ y también por esa época, o tal vez un poco antes,  yo había creado una cuenta en Twitter. Así que de pronto me encontré con que ya seguía Tryno Maldonado en esa comunidad, el escritor de la novela que me había gustando tanto en los últimos meses. Como es de suponer, nada de eso cambió mi vida ni lo que sucedía a mi rededor. La red social en cuestión acaparó mi atención por un buen periodo de tiempo y me mantenía pendiente de lo que publicaban las personas a las que seguía (que tampoco eran tantas y nunca lo fueron) pero sin que ello provocara una revolución en mis actividades diarias. Supongo que por eso no me pasó inadvertido el hecho de que Tryno dejara de publicar tuits de la manera en que lo hacia, o sea, con cierta regularidad. Hasta que retomó dicha actividad con datos respecto a su nueva novela: Teoría de las catástrofes. La verdad es que me dio gusto saber que el zacatecano publicaba un nuevo texto y por supuesto, me dieron ganas de leerla en cuanto saliera a la venta (cosa que no pasó así porque el libro era un poco caro y mejor esperé a que alguien lo consiguiera y me lo prestara). L la novela y no me pareció mala pero sigo prefiriendo la anterior y no precisamente por la diferencia en cuanto a la extensión. Pero mientras, en Twitter, Maldonado publicaba TODO lo referente a su nuevo trabajo, las actividades de promoción, entrevistas, reseñas y, también, el nuevo corte de pelo y sus atuendos gracias a Instagram. 
Al principio entendí que todo era parte de la novedad, de promocionar la novela y de que ésta llegara a la mayor cantidad de gente posible para que la comprara, o bueno, que la leyera, lo que es más esperado en un trabajo literario. No obstante perdí el interés cuando todas las publicaciones del señor Maldonado giraban alrededor no solo de la novela sino de su persona gracias a una cantidad bastante considerable de fotografías antes, durante y después de cualquier entrevista y/o presentación. Llegué a la desesperación cuando el señor posteó la foto de su nuevo corte de pelo y lo dejé de seguir. Alguien dirá (y yo estoy completamente de acuerdo) que solamente es Twitter y que (lo repito) cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana en su vida y aún más en una red social y que nadie, absolutamente nadie, me obligaba a ver las publicaciones que Tryno hacía. Pero bueno, se supone que para eso sigues a las personas y si en tu Time Line alguien publica una foto, escribe utuit o cambia su estado, pues lo notas, lo ves. Tampoco se trata de enjuiciar a nadie y es preciso reconocer que también para eso son las plataformas éstas, para que la gente suba las cosas que quiera mostrarle al mundo. Puedo exponer, además, que yo ya no soy muy adepto a estas cosas y por si fuera poco, estoy un poco amargado, así que la decisión de dejar de seguir a Tryno obedece únicamente a mi forma de ser y pensar (expreso esto de manera superflua aunque parezca lo contrario, porque, repito, es Twitter) 
Con todo esto llego al cuestionamiento que debería haber planteado desde el inicio: ¿hasta qué punto es necesario el culto al autor? Por que, bueno, luego los egos se disparan y no hay quien los baje de las nubes y digo, yo estaba feliz y contento sabiendo que hay una excelente novela llamada Temporada de casa para el león negro, de un joven escritor zacatecano y que además iba a publicar otra, una que alguien dijo "es la mejor novela de su generación", sin embargo, conocer datos como que a este escritor no le gusta Arcade Fire, que tiene una banda de metal y que le gusta presumir sus cortes de pelo en Twitter (sin mencionar el antecedente sobre el FONCA) no me dicen nada y únicamente me invitan a desinteresarme por su figura como escritor joven del país    
Supongo que pocas personas estarán de acuerdo conmigo (ahora que casi todos somos escritores pero no lectores) y agradecerán el acercamiento que puedan tener con las personalidades de su interés gracias a las nuevas herramientas digitales y a fin de cuentas, están en su derecho, como yo en el mío Por cierto, hace dos semanas cerré Twitter acuciado seguramente por un alto grado de misantropía (digital)  y espero no sentir la necesidad de reabrirlo demasiado pronto.     

miércoles, 12 de junio de 2013

El arma de un enemigo íntimo.

Al pobre Juan todos lo recordaban dando piruetas, contorsionándose porque pensaba que su sombra no era una sombra normal. Según él, a cada rato le desafiaba los movimientos y la forma, por lo que tenía que estar siempre pendiente de ella. Desde niño la siguió, y cada vez que la veía, trataba de adelantarse a sus acciones y sorprenderla pero nunca lo logró.
Debido a sus constantes y rápidos movimientos, el pueblo entero no alcanzaba a distinguir si la sombra actuaba primero o no, si era cierto lo que Juan se empeñaba en alegar. Un día se cansó, y para evitarse conflictos, comenzó a salir de su casa únicamente cuando el sol estaba en todo lo alto del cielo y en todo lo ancho de la tierra, cuando le era imposible a su enemigo número uno aparecer. Pronto se hartó del calor también y dedicó sus salidas únicamente a la noche, hasta que repentinamente llegó a una resolución: decidió no salir de su casa jamás y cerrar puertas y ventanas la noche en que la luna le mostró que ella también podía revelarle al mundo sus males más internos.

sábado, 8 de junio de 2013

Juan Vicente Melo:
La obediencia Nocturna (fragmento).


Cuando entro en el cementerio suena una campana. Me detengo, sorprendido. Un ataúd avanza lentamente seguido por cuatro mujeres viejas. Sus rostros ajados están cubiertos por afeites que resbalan con el sudor. Caminan con pasitos tambaleantes, sosteniéndose unas a otras. De trecho en trecho, se detienen, respiran profundamente, se arreglan los sombreros, el cabello grisáceo, las machas que caen o se revuelven, las faldas. Luego, dan una carrerita y siguen al ataúd. Sus gemidos, sus voces se confunden con el lamento de la campana. Empiezo a llorar. Veo cómo se detienen, al fin, sofocadas por el calor y el esfuerzo. Veo cómo desciende el cajón negro. Las veo, inclinadas arrojando flores marchitas, fotografías, reliquias, en el agujero. Tratan de contener los sollozos. Se ha ido —dicen en coro—, se ha ido y nos ha dejado solas. ¿Quién de nosotras nos abandonará primero? Eso nos preguntamos todos los días después de persignarnos, desde hace ya no sabemos cuántos años. Se murió primero ella, la más olvidada del mundo. Las mujeres regresan después de echar la última mirada a la tierra que se amontona tontamente. No tuve tiempo de esconderme y las mujeres me han visto que estoy llorando. Era una gran artista —eso dicen, en coro—, la mejor artista del mundo. Pero ya nadie se acuerda de ella. Rece usted por ella. Rece usted por la salvación de su alma. Solicite usted el eterno descanso de ella. Yo, siento una gran vergüenza.      



lunes, 3 de junio de 2013

Ruta para Macondo

Maicol no era un forastero a pesar de llamarse como se llamó. Nació aquí, de la unión entre Rosalba la Grande y el Flaco Ramírez y éstos, que por sus nombres pudieran parecer boxeadores, no lo eran. Solo eran personas muy altas y únicamente en esto el hijo se les pareció un poco. En cuanto al carácter también fue distinto, fue distinto incluso a la mayoría de los muchachos del pueblo.
Desde chico dio muestras de ser distraído pero inquieto; se le veía por las calles pensando siempre en algo y luego, cuando ya tenía una idea bastante clara, tenía que llevarla a cabo costara lo que costara. Fue así como un día sorprendió a todos al mezclar el café con un poco de leche. Estábamos tan acostumbrados a tomarlo solo o con algo de azúcar que al principio se nos hizo extraño pero poco a poco nos acostumbramos a beberlo de esa otra forma. “Además sabe mejor”, se atrevieron a decir algunos.
La verdad es que le comenzamos a coger cariño y nos pudo mucho verlo irse un día, cuando parecía que la fortuna del pueblo iba a cambiar y todos creían en el porvenir. Maicol, después de pensar muchos años en silencio, dijo un día que iba a encontrar la ruta que conectaría al pueblo con otro llamado Macondo; un lugar que nadie conocía pero él insistía en recordar –pese a que nunca había salido de aquí-.
Todavía no cumplía la mayoría de edad (13 años) pero así lo dejaron ir, creyendo en él y en la posibilidad de encontrar, para el pueblo, si no inmortalidad al menos prosperidad. En realidad yo siempre pensé que tenía razón en una cosa: Macondo estaba hacía el sur, nunca para el norte aunque él, a último minuto, haya tomado dirección hacia el oeste.