Cada lunes siento que debo escribir unas cuantas palabras más
y cada lunes se me atora el pensamiento
contando cada lunes que se va
pensando que al tiempo le negociamos todo:
un día pegado con la noche
una vida propia
o una muerte ajena
dependiendo de lo que queramos usar como estrategia
para llegar al sitio que nos corresponde
hasta encontrarnos con los brazos cansados
con una sed irremediable
y colmados de una verdad inservible ya.