domingo, 17 de agosto de 2014
lunes, 11 de agosto de 2014
Trinidad
Cuando nos
fuimos quedando viejos también nos topamos con la realidad de que ya no íbamos
a tener hijos. Todo el pueblo se preocupó; nos prestaban mucha atención porque
deseaban saber qué hijo nacería de mi María y yo, su José. Nunca entendí bien por
qué, ni siquiera cuando Vladimir, el que más leía y quien iba a escribir esta
historia, me lo intentó explicar.
Como éramos
el centro de atención nadie se fijaba en que tampoco ninguno de los otros
matrimonios concebía y para cuando nos dimos cuenta era ya tarde, además ni
hubiéramos sabido qué hacer pues según Vladimir, esta historia ya había sucedido.
Lo había leído en un libro de ciencia ficción en el que los humanos dejaban de
nacer y las líneas temporales eran rotas para hacer experimentos a través de
los años o algo así. Y pues según esto, nosotros seríamos un experimento más, más
que nada religioso. Pero nosotros, como pueblo, habíamos fracasado en conseguir
la oportunidad de cambiar la historia conocida criando a otro Jesús. Nunca
nadie explicó por qué.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)