El drama surge de la vulnerabilidad de
hombres vitales, tenaces, que ni son cautivos de la debilidad ni están hechos
de piedra y que, casi inevitablemente, están abrumados por una visión moral
borrosa, por culpabilidad real e imaginaria, lealtades contradictorias, deseos
urgentes, anhelos incontrolables, amor inviable, por la pasión del culpable, el
sueño erótico, la ira, la discordia interior, la traición, por pérdidas
drásticas, vestigios de inocencia, ataques de amargura, enredos insanos,
subestimaciones, una comprensión desbordada, temor prolongado, acusaciones
falsas, lucha incesante, enfermedad, agotamiento, separación, locura,
envejecimiento, agonía: hombres impávidos aturdidos por la vida ante la cual
estamos indefensos.
Éste no es para nada un rinconcito tranquilo
del mundo.
-Philip Roth.
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