De modo que caíste en
el veneno de la literatura y revolviste polillas y papeles sin encontrar nada.
Y todo no fue más que una suma de interrogantes no contestados que agitaron más
tus inquietudes ya habituales. Y quisiste saber. Y preguntaste. Y seguiste investigando
sin que nadie te pudiera decir nada, sino que dejaras esas lectura que mucho
tenían de sacrilegio y de locura. Y así fue como empezaste a pronunciarte
contra todos los que te criticaban…Caíste en ese pozo sin escapes que son las
letras y te sentiste cada vez más solo y melancólico. Y te fuiste declamando, a
través de puertas irreales, e investigando sobre cosas de las que muchos
ignoraban su existencia.
Reinaldo Arenas,
El mundo alucinante.
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