lunes, 22 de septiembre de 2014

Perseguir hasta el final

Álvaro persiguió pájaros desde su nacimiento hasta la primera vez que eyaculó. Aunque luego lo retomó. Primero con los ojos y luego ya, con sus piernas largas después. Al final con las rodillas a punto de romperse. Aquella última vez se encontró, de nuevo, en las afueras del pueblo, con una mancha en los pantalones y sintiéndose más exhausto que de costumbre. Entonces pensó en conseguirse una novia, le contó a mi papá alguna vez. Luego se casó y tuvo una larga vida, continuó mi padre. Pero en la mañana de un día claro, mientras platicábamos y cuando él era ya viudo y conocido de la muerte, dijo que veía en el cielo un pajarito muy chiquito. Mi padre alzó la mirada y alcanzó a ver una mancha en el cielo. Entonces Álvaro retomo su idea y se fue del pueblo, persiguiendo un pájaro tan pequeño que al parecer solo él alcanzaba a distinguir. Mi papá dijo que se había acordado de él cuando Vladimir le prestó un libro de aviación y vio un aeroplano, visto desde acá abajo, y a una altura muy muy grande.

Quién sabe si lo habrá alcanzado, yo creo que no, dice que se acordó oyéndose decir. 

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